Álvaro Agulla/Verbena Gallega (Síguenos en Facebook)
La publicación hoy en el DOG del protocolo normativo de la Xunta de Galicia para el desarrollo de las fiestas populares y verbenas ha caído como un jarro de agua fría entre las comisiones, concellos y en el propio sector. Nos encantaría ser optimistas, y ojalá nos equivoquemos, pero el malestar originado en piezas fundamentales en la organización de los festejos nos hace pensar que las pocas verbenas que se pudieran salvar, o se quedarán también en el camino o, con mucha suerte, se harán en localidades muy pequeñas y con dúos o tríos (que son tan importantes como el resto de formaciones y deseamos que puedan salvar algo de este año nefasto) para aforos muy reducidos.
No había duda de que organizar una fiesta este verano, con la dureza de la crisis sanitaria encima, conllevaría mucho más trabajo y responsabilidad para las comisiones, pero las declaraciones públicas de los responsables políticos gallegos, al más alto nivel, dejaban un hilo de esperanza. El texto del protocolo, conocido hoy hace, con sus exigencias, en la práctica, inviable la recuperación de la verbena, lo que nos lleva al punto de partida, con la necesidad imperiosa de que se habiliten ayudas para todos los sectores directamente relacionados con las fiestas perjudicados por esta crisis.
Medidas como el “deber” de la organización de “non permitir a presenza no recinto daquelas persoas que incumpran esta obriga”, en referencia a que “tanto os asistentes como o persoal de organización deberán portar máscara de maneira obrigatoria” han levantado ampollas. Esto supone que sería la comisión la que tendría que echar a los que no respeten esta norma, cuestión muy difícil y a la que la gran mayoría de personas que dedican su tiempo y trabajo de forma desinterasada a llevar a cabo la celebración no están dispuestas.
A esto se añade que “deberanse establecer as medidas necesarias para manter a distancia de seguridade interpersoal no interior e no exterior do recinto e para evitar aglomeracións”. Asimismo, se exige que el campo o recinto esté acotado, con zonas de entrada y salida diferenciadas e identificadas con claridad, y que se establezcan “controis de capacidade nas entradas e saídas do recinto, adoptando as medidas necesarias para evitar aglomeracións nestes puntos”.
Por último, en relación a este tipo de medidas, la organización tendrá que disponer de “dispensadores de solución/xel hidroalcohólico ou antisépticos con actividade virucida debidamente autorizados e rexistrados nos puntos de entrada e saída do recinto, así como en diferentes puntos dentro do recinto (tales como establecementos de restauración, aseos e postos de venda de produtos)”.
En cuanto a los aforos, como ya se había adelantado, se habla de “unha capacidade máxima dunha persoa por cada tres metros cadrados da superficie útil do recinto, ata un máximo de 1.000 persoas para os espazos cunha superficie útil menor ou igual a 8.000 metros cadrados. No caso de que a superficie útil do recinto sexa superior aos 8.000 metros cadrados, o límite máximo será de 2.000 persoas, sempre que se manteña unha persoa por cada tres metros cadrados de superficie”.
Asimismo, en los eventos en los que exista un escenario, “deberase establecer un perímetro cercado con catro metros de distancia entre este e o público. En ningún caso se permitirá o acceso de persoas do público ao escenario”.
Finalmente, el protocolo señala que “ademais do cumprimento xeral das medidas de hixiene e prevención establecidas, deberán aplicarse as condicións previstas especificamente para a prestación do servizo nos establecementos de hostalaría e restauración, no caso de que se preste algún tipo de servizo deste tipo, así como os protocolos ou as guías que poidan ser aprobados pola Administración autonómica para estas actividades”.
Lo cierto es que hubo un tiempo de cierta esperanza en que se pudiera reanudar la actividad de la verbena, aunque fuese poco a poco. Sin embargo, las medidas a cumplir por las comisiones (en el caso de los concellos más factibles, aunque complicadas) hacen presagiar un verano negro para el sector.